El árbol de la plata Pedro Urdemales le había patraqueado a un viajero unas dos onzas de oro, que cambió

El árbol de la plata Pedro Urdemales le había patraqueado
a un viajero unas dos
onzas de oro, que
cambió en moneditas de a cuartillo. Más
de mil le dieron, recién acuñadas, y tan
limpiecitas que brillaban como un sol.
Con un clavito le abrió un portillito a
cada una y pasándoles una hebra de hilo,
las fue colgando de las ramas de un árbol,
como si fueran frutas del mismo árbol.
Los cuartillos relumbraban que daba
gusto verlos.
Un caballero que venía por el camino
que por ahí cerca pasaba, vio desde lejos
una cosa que brillaba, y metiéndole
espuelas al caballo, se acercó a ver qué
era. Se quedó con la boca abierta mirando
aquella maravilla, porque nunca había
visto árboles que diesen plata.

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