Estáticos, silenciosos y expectantes. Su trabajo: lucir bien, crear ilusiones, despertar fantasías, casi siempre, para seguir las tendencias de la moda. Ellos hacen parte del paisaje urbano, a veces imperceptibles, pero siempre provocando al transeúnte a buscar un imaginario de belleza.
Así son los maniquíes. Elementos que emulan la cuerpos humanos, formas casi perfectas, siluetas que reflejan una forma de ser, una manera de vivir, una cultura o tradición que necesariamente siguen una moda, y por ende el reconocimiento social.
Esos modelos hechos en fibra de vidrio no son indiferentes a la gente. Ellos pueden generar diferentes sentimientos y sensaciones. Son compañía o motivo de deseo, a veces de risa o de angustia. Se asoman a ventanas y vitrinas, ocupan espacios entre las multitudes, y se confunden con los seres de carne y hueso, que en ocasiones como ellos, no se inmutan ante el mundo.
Sus vidas son una analogía de la vida misma. Llegan desnudos al mundo y desnudos se van. Su existencia es un vaivén entre el esplendor y la decadencia. Muchos de ellos llevan una vida de mimos y cariños, de reconocimientos y estímulos. Otros, que ya cumplieron con su razón de ser, se cubren de polvo y olvido en algún rincón mientras el deterioro los acaba. Llega el momento de su reemplazo. La moda es otra, las formas cambian, hay que reconquistar al comprador y en el mundo de las banalidades, la imagen lo es todo.
R-
Dato
La Real Academia de la Lengua Española define a Maniquí, palabra que viene del francés mannequin, como:
- Figura movible que puede ser colocada en diversas actitudes. Tiene varios usos, y en el arte de la pintura sirve especialmente para el estudio de los ropajes.
- Armazón en forma de cuerpo humano, que se usa para probar, arreglar o exhibir prendas de ropa.
melissamoraes402
"Esplendor e decadência, ciclo de vida."
Estáticos, silenciosos y expectantes. Su trabajo: lucir bien, crear ilusiones, despertar fantasías, casi siempre, para seguir las tendencias de la moda. Ellos hacen parte del paisaje urbano, a veces imperceptibles, pero siempre provocando al transeúnte a buscar un imaginario de belleza.
Así son los maniquíes. Elementos que emulan la cuerpos humanos, formas casi perfectas, siluetas que reflejan una forma de ser, una manera de vivir, una cultura o tradición que necesariamente siguen una moda, y por ende el reconocimiento social.
Esos modelos hechos en fibra de vidrio no son indiferentes a la gente. Ellos pueden generar diferentes sentimientos y sensaciones. Son compañía o motivo de deseo, a veces de risa o de angustia. Se asoman a ventanas y vitrinas, ocupan espacios entre las multitudes, y se confunden con los seres de carne y hueso, que en ocasiones como ellos, no se inmutan ante el mundo.
Sus vidas son una analogía de la vida misma. Llegan desnudos al mundo y desnudos se van. Su existencia es un vaivén entre el esplendor y la decadencia. Muchos de ellos llevan una vida de mimos y cariños, de reconocimientos y estímulos. Otros, que ya cumplieron con su razón de ser, se cubren de polvo y olvido en algún rincón mientras el deterioro los acaba. Llega el momento de su reemplazo. La moda es otra, las formas cambian, hay que reconquistar al comprador y en el mundo de las banalidades, la imagen lo es todo.
R-
Dato
La Real Academia de la Lengua Española define a Maniquí, palabra que viene del francés mannequin, como:
- Figura movible que puede ser colocada en diversas actitudes. Tiene varios usos, y en el arte de la pintura sirve especialmente para el estudio de los ropajes.
- Armazón en forma de cuerpo humano, que se usa para probar, arreglar o exhibir prendas de ropa.
- Persona encargada de exhibir modelos de ropa.